En 2014, comenzamos a servir a personas en prostitución en las calles de San José, Costa Rica, ofreciendo café, galletas, oración y amistad. Con el tiempo, descubrimos burdeles con niñas menores de edad y supimos que teníamos que actuar. En 2016, abrimos un hogar seguro para estas niñas, amándolas como si fueran nuestras propias hijas. Pero el camino no fue fácil. Al cumplir los 18 años, nuestras chicas debían irse. La primera en salir regresó con su tratante y desapareció. Otra chica, embarazada por su tratante, enfrentó muchos obstáculos después de esforzarse por conseguir un trabajo que terminó explotándola. A pesar de nuestros esfuerzos por apoyarla, también terminó regresando con él.

Estas experiencias nos llevaron a darnos cuenta de la falta de apoyo para jóvenes víctimas de abuso y trata de personas es un problema sistémico. Inspirados por el Salmo 68:5-6, imaginamos un programa donde familias pudieran ser capacitadas para acompañar a jóvenes mujeres en su recuperación del trauma, ofreciéndoles orientación y habilidades para la vida. Mientras desarrollábamos este plan, vimos a más chicas luchar por lograr independencia, pero también vimos esperanza. En 2018, una de nuestras jóvenes se mudó con una familia, convirtiéndose en la primera de muchas en cambiar su destino.

Hoy contamos con un equipo increíble formado por una Directora, una Psicóloga y una Trabajadora Social. Hemos abierto Casa Destiny, una casa de transición que es un lugar seguro para que estas jóvenes sanen. Creamos un plan de vida individualizado para ayudarlas a alcanzar sus metas en áreas como sanación emocional/social, educación, salud, condición física, habilidades para la vida y más. Brindamos mentoría, educación y un sistema de apoyo similar al de una familia, ya que nuestra misión es acompañarlas en su proceso de sanación hacia un futuro lleno de amor, propósito y un destino que ha sido interrumpido y reescrito.