Una adolescente es rescatada de una vida de trata de personas o abuso y llevada a un lugar seguro donde puede quedarse hasta que cumpla los 18 años. Al principio, siente que ha sido capturada más que rescatada, viendo a sus protectores como enemigos y a sus abusadores como lo conocido y familiar. Sin embargo, con el tiempo, a través de innumerables desafíos y sin otra opción más que dejarse acompañar, empieza a confiar de nuevo y a descubrir una forma de vida más sana.
Y justo cuando comienza a sentirse segura y a sanar, cumple 18 años y se ve obligada a dejar el santuario en el que ha llegado a confiar. Como se ha enfocado en su sanación, no ha tenido la oportunidad de desarrollar las habilidades necesarias para vivir sola. El trauma que vivió afectó el desarrollo de su cerebro, y aunque tiene 18 años, su madurez emocional es la de una niña de 12. Para lograr una verdadera independencia, le espera una batalla cuesta arriba. Con una educación incompleta, los efectos psicológicos persistentes del trauma, habilidades de vida limitadas y sin conocimiento básico de cosas como presupuestar, cocinar o cuidar su salud… ¿qué podemos esperar que suceda, realmente?
PARA MUCHAS DE ESTAS JÓVENES
la única opción que ven es regresar con las mismas personas que alguna vez las lastimaron. Puede que sea la elección más peligrosa, pero también es la más familiar y, a sus ojos, only la única en la que pueden sobrevivir.
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